¡Cristo ha resucitado!

 

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

INTROITO
Salmo 138:18.5-6; Salmo 138:1-2
EPÍSTOLA
1º Corintios 5:7-8
GRADUAL
Salmo 117:24; Salmo 117:1
TRACTO
1º Corintios 5:7
EVANGELIO
Marcos 16:1-7

Reflexión dominical

El salmista, en su profecía sobre el día de Pascua (Sal 118,24), dice: “Este es el día que ha hecho el Señor”. Aunque todos los días “están hechos para alegrarse” (Sal 90,14), el día de la resurrección lo está aún más. Es el “día del Señor”, como nos dice san Juan Evangelista, que abre un nuevo futuro a la humanidad (Apoc 1,10).
San Ignacio, Padre de la Iglesia, desarrolla el mismo tema de la centralidad del día de Pascua en su carta a los Magnesios, afirmando que “en el día del Señor brotó nuestra vida por Cristo y recibimos la fe y la esperanza” (IX, 1). Paradójicamente, el tiempo mismo es redimido por un acontecimiento de la historia que da a la vida un nuevo fundamento.
De modo que, en el marco del relato de la creación del Génesis, la resurrección ocupa ahora el lugar del sábado hebreo. El día del Señor es al mismo tiempo el primer día y el octavo día. Dios dio descanso a todas las cosas e hizo el principio de otro mundo. San Bernabé, otro Padre de la Iglesia, asiente y concluye: “Por eso celebramos con alegría el octavo día en que Jesús resucitó de entre los muertos” (XV: 8s). Desde los primeros tiempos, la Iglesia cristiana celebra el primer día de la semana la Eucaristía como signo vivificante de la resurrección de Cristo (Hch 20,7).
Por eso, el Domingo de Resurrección sigue siendo el domingo de todos los domingos. Es el día más festivo del año, porque ese día Dios cumplió sus promesas por medio de su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador.

+ Monseñor Roald Nikolai Flemestad
Obispo de la Iglesia Católica Nórdica

 

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