Reflexión dominical: Lucas 7:11-17
Una gran multitud fúnebre que lleva al único hijo de una viuda se enfrenta a otra gran multitud, el de Jesús y sus seguidores. La muerte y la vida se encuentran cara a cara en la puerta de la ciudad (Lucas 7:11-17).
Lleno de compasión, Jesús entra en contacto directo con nuestra mortalidad para darnos vida de nuevo. Toca el féretro y pronuncia sus palabras de vida: «Joven, a ti te digo, levántate». Jesús hace lo que no se espera ni se pide. Porque por medio de Jesús, Dios Padre «es capaz de hacer mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos» (Efesios 3:14-21).
Jesús llevó nuestra muerte en su cuerpo para que podamos participar en su resurrección. Así como Elías se extendió tres veces sobre el hijo de la mujer de Sarepta (2º Reyes 17:17-24), Dios se extendió sobre nosotros en la triple aplicación de Su nombre -Padre, Hijo y Espíritu Santo- en el agua bautismal, insuflando en nosotros vida nueva y eterna.
«A Él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén».
Autor: Reverendo Mario Sánchez
Citas bíblicas: Biblia Reina Valera, 1960 ©