Reflexión dominical: 1º Pedro 3:8-15 / Mateo 5:20-24
Los diez leprosos gritaron desde lejos: «¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!». (Lucas 17:11-19). Su condición los separaba de Dios y de los demás. Así también las obras de la carne nos apartan de Dios y de los demás. «Los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios» (Gálatas 5:16-24). Por eso gritamos con los leprosos: «Señor, ten piedad; Cristo, ten piedad; Señor, ten piedad», buscando ansiosamente sus buenos dones en la eucaristía.
Jesús dijo a los leprosos: «Id y presentaos a los sacerdotes». Y al ir, quedaron limpios de la lepra. Así también, caminamos por la fe y no por la vista, confiando en la ayuda de Jesús antes de que veamos alguna evidencia de ella, confiando en que las palabras de perdón de Jesús nos devolverán la plenitud en la resurrección.
Seamos como el leproso que volvió al verdadero Sumo Sacerdote para darle gracias y gloria. Porque Jesús llevó nuestras enfermedades en su pasión y muerte en el Calvario. Sus palabras son vida para los que las encuentran, y salud para toda su carne (Proverbios 4:10-23).
Autor: Reverendo Mario Sánchez Caballero
Citas bíblicas: Biblia de Navarra, 2004 ©