Reflexión dominical sobre el matrimonio cristiano
- El amor es la vocación fundamental y natural de todo hombre. El amor incluye también el cuerpo humano y, en consecuencia, la sexualidad que concierne al núcleo más íntimo de la persona humana como tal.
- El amor entre el hombre y la mujer es un aspecto de la semejanza del hombre con Dios. Es verdad que la realidad del pecado ejerció una influencia destructiva y alienante en la relación del hombre y la mujer y en la transmisión de la vida. Sin embargo, Dios incorporó el matrimonio y la familia al orden de la redención.
El signo sacramental del matrimonio: es un acto libre y personal , “se dan y se reciben mutuamente”.
- Son los contrayentes los que se administran mutuamente el sacramento.
- El ministro ordenado que asiste recibe el consentimiento en nombre de la Iglesia y bendice al matrimonio. De esta manera se expresa que el matrimonio es un signo público del amor y de la fidelidad de Dios.
Las distintas dimensiones constitutivas de este sacramento son:
- Dimensión cristológica y pneumatológica: El matrimonio cristiano tiene que ser signo del amor que Cristo tiene a su Iglesia. Este amor debe ser un amor oblativo, fiel, Por otro lado el amor de Cristo que une a los esposos es fruto de la acción del Espíritu.
- Dimensión eclesial: La Iglesia es signo e instrumento del amor redentor de Cristo a los hombres. Los dos pilares fundamentales de este ministerio -> serán el testimonio y la fecundidad de su amor.
- Dimensión escatológica: El matrimonio remite más allá de sí mismo, a un futuro o a una realidad superior que lo trasciende.
- Dimensión trinitaria: el matrimonio participa de la unidad del Padre y del Hijo y del E.S.
Autor: Reverendo Mario Sánchez