El hijo amado: ¿Cómo recibimos al enviado de Dios?

PROPIOS DE LA MISA

PROFECÍA
Ezequiel 34:22-30
SALMO
Salmo 86 (85):2.3-4
EPISTOLA
Colosenses 3:1-11
EVANGELIO
Lucas 20:9-18
LAUDES
Salmo 135 (134):3

Reflexión dominical

  • Ezequiel 34:22-30 es una promesa de Dios de proteger a su pueblo como un pastor cuida a sus ovejas. Este pasaje habla de la providencia de Dios y su compromiso de cuidar a su pueblo, proporcionándoles seguridad y prosperidad. En la tradición católica, esto se ve como una referencia a la guía y protección de la Iglesia.
  • Colosenses 3:1-11 es una exhortación a buscar las cosas celestiales y a despojarse de la vieja naturaleza pecaminosa. Este pasaje nos llama a vivir vidas transformadas, centradas en Cristo, y a rechazar los deseos pecaminosos de la carne. En la enseñanza católica, esto se refiere a la necesidad de la gracia sacramental y la conversión continua.
  • Lucas 20:9-18 presenta la parábola de los viñadores malvados, una advertencia severa sobre el juicio que vendrá sobre aquellos que rechazan a Jesús. Este pasaje destaca la importancia de aceptar a Jesús como el Mesías y las consecuencias de rechazarlo. En la teología católica, esto se interpreta como una llamada a reconocer a Jesús como la piedra angular de la Iglesia.

La reflexión teológica es que Dios promete cuidar a su pueblo a través de la Iglesia, pero también nos llama a buscar lo celestial y a rechazar el pecado a través de la gracia sacramental y la conversión continua. Aquellos que rechazan a Jesús enfrentarán juicio. Por lo tanto, la vida cristiana debe ser una de transformación constante, buscando las cosas de Dios y aceptando a Jesús como Señor y piedra angular de la Iglesia. Al hacerlo, podemos experimentar el cuidado prometido por Dios y evitar el juicio. Esta es una llamada a vivir vidas que reflejen el amor y la gracia de Dios, mientras nos esforzamos por seguir a Jesús en todo lo que hacemos.

 

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