Reflexión dominical: Tito 2:11-15 | Lucas 1:21
¡Feliz año 2023!
En la Antigua Ley, mediante el rito de la Circuncisión, todo judío varón se convertía en miembro y participaba de los privilegios y bendiciones del pueblo elegido de Dios. El judío que no se iniciaba mediante la ceremonia quedaba excluido. Nuestro Señor es Hijo de Dios por naturaleza, y absolutamente sin pecado, y por lo tanto no necesitaba ser adoptado como miembro de los hijos de Dios. Sin embargo, se sometió a la ley. La Iglesia también honra en este día el Santo Nombre de Jesús, dado al Divino Niño en la Circuncisión.
Nuestro Señor recién nacido cumple la Ley por nosotros y lleva las promesas de Abraham a su cumplimiento cuando es circuncidado. Es allí donde se le “confiere el nombre sobre todo nombre” (Filipenses 2:9), “el nombre dado por el ángel antes de ser concebido en el seno materno”: Jesús, que significa “el Señor salva” (Lucas 2:21). Derrama las primeras gotas de su preciosa sangre de acuerdo con este nombre y en previsión de su cruz, “porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).
El cautiverio de la ley da paso a la libertad de la fe en Cristo, que corta una nueva alianza en Su sangre para ser recibida por la fe, ya sea hombre o mujer, judío o griego (Gálatas 3:23-28). Su nombre nos es dado en el Santo Bautismo, y somos hechos hijos de Dios y “herederos según la promesa”, verdadera descendencia de Abraham por la fe (Gálatas 3:29).
Autor: Reverendo Mario Sánchez